Friday, June 30, 2006

Tú sabes... otro final para Romeo

Hoy recibí una carta de ella, hace días que la esperaba. Necesitaba tener noticias suyas, la amo con todo mi ser. Ella también me ama, pero su padre, el gran señor, impide que nos veamos.
En la carta dice que no puede seguir viviendo sin mí, que vivir así no tiene sentido. Propone que nos unamos para siempre, que nos casemos y luego, para asegurar nuestra unión, sellarla con una buena dosis de cianuro. Yo confió en ella, me tiene hechizado; mañana nos reuniremos, ya tengo listo el veneno.

Ahí llega, oigo su voz preguntando por mí. Su imagen se construye en mi cabeza, pero la realidad es todavía más sorprendente. Tiene puesto un vestido blanco, la amo. Casémonos, casémonos ya. Unamos nuestras almas para siempre.
Si, acepto.
Y ahora, escondidos en un sótano de la iglesia, solos al fin. Todo preparado para la unión definitiva. Unos besos de su boca me derriten. Le alcanzo el vaso, besa mi mano, bebe, beso su cuello. Me alcanza el vaso, y comienza a besarme la boca hasta caer desmayada. Mi amada en el piso, sus ojos fijos en el techo. Esta muerta, apagada, es un fiambre inerte, la llamo, no responde. Su figura no me recuerda a la mujer que yo amé, mi memoria conserva recuerdos más felices. Comienzo a acariciarla, una por una empiezo a quitarle las joyas, necesito algo para recordarla.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home